Jesús Villaplana

La luz que desprende por la noche la farola de la última rotonda de la Playa Nord de Gandia, en su límite con el inicio de l’Auir, se puede divisar a varios kilómetros a la redonda. También, en general, toda la contaminación lumínica que emite la fachada marítima. Los cormoranes, pese a todo, consiguen dormir en la copa de los árboles de la restinga, lejos de la enorme seta de luz anaranjada.

Pero el biólogo Jesús Villaplana, profesor en el Campus de Gandia de la UPV, no quiere ni imaginarse cómo mermaría la biodiversidad en esta frágil franja litoral si se multiplican los hoteles o las viviendas en la restinga: «El aumento de la presión humana, incluso con las pasarelas sobreelevadas entre Gandia y Xeraco que también se han planteado para esta zona, perturbaría la tranquilidad de las especies que habitan».
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